lunes, 14 de marzo de 2011

PERIODISMO SUPREMO

Este es el titular con el el que el periodisto Alberto García Reyes titula su columna "La Alberca" en el Diario ABC de Sevilla de hoy, lunes 14 de marzo, y que aquí en Burguillos Popular os la mostramos íntegramente:
PERIODISMO SUPREMO. La sentencia del Alto Tribunal sobre el caso Burguillos es un monumento que rinde tributo a esta profesión.
En una ocasión le oí decir a Iñaki Gabilondo que los periodistas que más arriesgan son los corresponsales de guerra y los que cubren la política municipal. Contar las cosas que ocurren en tu propio entorno, donde las verdades profesionales se cruzan en cada esquina con conocidos, amigos e incluso familiares, es una tarea que muy pocos se atreven a afrontar con honestidad y sin temor a perjudicarse a sí mismos. Pero hacerlo además con personalidad y arrojo es una heroicidad. Yo creo, sinceramente, que esos pocos héroes son quienes más contribuyen a hacernos libres. Y por eso levanto hoy mi copa de tinta de periódico. Para celebrar un hito. El Tribunal Supremo ha desestimado las pretensiones de una empresa de Burguillos ligada al Ayuntamiento contra ABC y su periodista Eduardo Barba, al que acusaba de fabular sobre la pestilente gestión municipal, en una sentencia que supone un logro impagable para este gremio.
Lo cierto es que el fallo del Supremo arguye una obviedad para quienes creemos en la libertad de información sin más cortapisas que la ley y la ética. Pero la deuda democrática que acumulan los políticos actuales, sobre todo en los pueblos en los que el cortijismo ha unificado al partido con la institución, ha puesto en tenguerengue principios tan básicos como el que defiende el más alto tribunal de este país. El Supremo aclara, para quien todavía no lo supiera, que un periodista no es un mero transmisor de datos obtenidos de terceros. Es un narrador legitimado para construir una historia a partir de las informaciones que recaba. Tiene potestad para poner en valor su perspectiva de los hechos siempre que éstos estén contrastados o constatados. Y asevera también la sentencia que tan facultado está el profesional de la comunicación para edificar un relato propio, como obligado el responsable público a soportarlo. Negro sobre blanco. Para que se lo lean y relean quienes tienen la desvergüenza de insultar a periodistas cuando sus historias no les favorecen. Porque esto que dice el Tribunal no es más que lo que siempre han hecho los que salen a la calle a rellenar la libreta de apuntes y confesiones ajenas. El periodista es un decodificador y amplificador de un mensaje que se envía a los receptores. No es un papagayo que reproduce números o declaraciones. Es un constructor de la realidad en la que habitamos, pues tiene el privilegio de acceder a la información y el deber de contar siempre su verdad.
Eso es lo que ha hecho Eduardo Barba, que tuvo la entereza de aguantar injurias de toda laya, pasquines en los que se le caricaturizaba y hasta mensajes anónimos terroríficos procedentes desde el cortijo de Burguillos. Él solo, a fuerza de contar las cosas como eran, y no como los políticos le decían, ha destapado los enjuagues de ese caos. Y ha evitado todas las bombas de su corresponsalía de guerra local porque, como confirma la Justicia, no es un profesional corriente. Es un periodista supremo.

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